वाराणसी – Varanasi

La ciudad sagrada

Llegamos desde New Delhi a Varanasi en un tren de aproximadamente 40 vagones. No los pude contar cuando el tren venía llegando a la estación pero cuando me iba a subir a mi correspondiente vagón no podía ver ni el inicio ni el final del tren. 15 minutos antes de llegar a Varanasi pude asomar mi cabeza por unas de las puertas del tren y nuevamente me comenzaron a impactar las imágenes de la vida en India, las cuales han producido diversas confusiones en mi mente, sin que las pueda procesar antes de que una nueva sorpresa aparezca. Las emociones han sido múltiples y variadas en muy pocos días, emociones tales como alegría, tristeza, sorpresa, miedo, curiosidad… y a veces una combinación de todas ellas y otras juntas que generan un gran revoltijo en mi cabeza, pero el revoltijo de a poco se comienza a ordenar en la medida que empiezo a darme cuenta que esto es la India. Alguien me dijo por ahí – La India no se parece a nada pero si tiene un poco de todo.

Bueno en fin volviendo a Varanasi, una vez en la estación tomamos un Tuk-Tuk para dirigirnos a nuestro hostel en la ciudad vieja y el conductor del Tuk-tuk nos dijo – que uno no podía llegar allá en Tuk-tuk porque las calles eran demasiado pequeñas, incluso para el Tuk-Tuk. Nosotros con Claudine recordamos nuestra experiencia en Delhi… y ocupamos una de las primeras reglas ya aprendidas, por lo que le dijimos – No vemos el hostel no pagamos! Bueno en fin el conductor tenía razón, había que caminar. Estacionamos el Tuk-tuk y comenzamos a ingresar a un laberinto el cual sería parte de nuestro hospedaje por 3 días. El laberinto estaba colapsado de antiguas construcciones compuestas principalmente por conventillos de tres o 4 pisos, pequeños templos, animitas, tiendas, etc. después de haber caminado un minuto hacia el interior del laberinto ya estaba completamente perdido, desorientado, sorprendido, alegre, asustado, cada 10 pasos que debamos aparecían nuevos caminos en diferentes sentidos que se conectaban con otros caminos. Algunos pasadizos eran tan angostos que apenas una persona podía pasar a la vez. Con el tiempo cuando llegamos a conocer el 1% de los pasadizos, olvídense de ver nombres de calles o enumeración – todo tenía que ser aprendido de memoria o encontrarse con carteles pintados en las paredes donde dice el nombre del lugar que podrías estar buscando, indicando su ubicación con una flecha.

Fue aquí donde nos encontramos con gente planchando ropa donde las superficies de las construcciones lo permitían, gente orando en grandes animitas con forma de elefantes, representando al dios hindú Ganesha, pequeños templos entre medio de los conventillos donde la gente parecía alimentar las ratas, árboles que crecían por entre medio de las casas, un señor que estaba haciendo una demostración de un shampoo o una crema con un mono, vacas comiéndose las flores de las animitas o robándose la comida de las tiendas, incluso una instalada dentro de una casa, tiendas donde se compra la madera para cremar a los muertos, vacas echadas en el piso, perros vagos, ratas, traficantes quienes te decían – My brother, I have very good hash and opium, etc. Cuando llegue al hostal por primera vez me pregunte a mí mismo – Cómo mierda voy a poder salir de esta wea? Si ni siquiera sé cómo llegué!

El hostel en el que nos hospedamos tenía unos seis o siete pisos, nunca me dedique a contarlos, pero era suficientemente alto para ver los conventillos desde una gran terraza. Desde ahí pude ver el sagrado rio Ganges en toda su majestuosidad, además de ver gran parte de los conventillos que componían el laberinto. Sobre los techos pude ver saltando y jugando niños, monos, ardillas, perros, cabras y quizás cuántas cosas más por ahí habían que no alcance a ver. Cuando estábamos apreciando este gran espectáculo una persona se nos acercó y nos dijo – No dejen las ventadas de su cuarto abiertas porque los monos entran, se roban sus cosas y además rompen la televisión.

La primera vez que tuve que salir del hostal le pregunte al recepcionista si tenía un mapa, y me respondió – Por supuesto, mi amigo! Y después de 30 segundos de haber salido del hostel me di cuenta que al mapa le faltaban el 90% de las calles de las que deberían aparecer, por lo que me dije – Éste mapa sólo me servirá para recordarme del nombre del hostel, por lo que mi técnica usada fue caminar y generar una figura mental del trayecto en mi cabeza además de irme recordando nombre de tiendas o hostales como referencia cada vez que doblaba una esquina y esto dió resultado.

También pude ver como las sagradas vacas son parte de la vida cotidiana de los hindúes. Éstas se pasean de una lado para el otro como los perros vagos en Santiago o Valparaíso y es totalmente normal, lo malo es que algunas veces defecan al medio de la calle, por lo que no es difícil pisar excrementos una o dos veces al día. Hoy mismo camino al restaurant tuve la bendición de pisar uno y un hindú que estaba observando la situación me dijo – No problem my friend, it is holy shit – No hay problema mi amigo, esto es mierda sagrada!

Unos de los pasadizos cercanos a mi hostel daban a los crematorios, donde son llevados a cabo, al aire libre y a la vista de una gran multitud de gente, la cremación de los muertos, ya que esto forma parte de la religión hindú y que tiene como fin lanzar las cenizas de los muertos al sagrado rio Ganges, para que el alma creyente logre salir del círculo de los renacimientos, que en su religión podría equivaler a la llegada al paraíso para un cristiano.

También pude ver cómo la gente tiene un dinamismo con el rio sagrado ya que aquí la gente se baña, lava la ropa, hace ritos sagrados, bebe y cocina con el agua. Adicionalmente a la gente local, que convive con el Ganges desde chico, llegan todos los día cientos y miles de peregrinos hindúes desde todas las partes de la India, a llevar a cabo sus rituales en el río sagrado, rezar el así llamado Puja, alabar a la naturaleza y sus elementos en las ceremonias nocturnas, que se realizan todas las noches a las seis o a mejorar su karma aportando con donaciones y oraciones a uno de los miles de templos que contiene la ciudad. La omnipresencia de la fe y con ella la esperanza y de tal fervor religioso contribuye a crear una magia muy particular.

Visitar este lugar fue una experiencia muy enriquecedora ya que la ciudad tiene un ambiente único en relación a lo que he visto anteriormente. El texto puede solamente resumir una pequeña parte de todas las impresiones y sensaciones que podrías experimentar si la visitas.

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